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“La tristeza de Daniela Cardone por el traslado de los elefantes”.

El Ministerio de Desarrollo Sostenible de la Nación autorizó el traslado a Brasil de Pocha y Guillermina, las dos elefantas que se encuentran en el Ecoparque de la Ciudad. Los animales no soportan el viaje, luego de que llegan, se enferman, luego se mueren y nunca se sabe la realidad de lo acontecido ya que resulta imposible fiscalizarlo una vez que se van. "Las elefantas para querer hacerlas ingresar a las cajas, recibieron mucho maltrato. La información y denuncia qué hay, habla de sometimientos a golpes, ausencia de alimentación , apedreamiento y uso de picana eléctrica a esto se le agrega que retiraron al personal especialista en cuidado animal, dejando solo a los que tienen por finalidad hacer que las elefantas entren a los contenedores, o sea los entrenadores enviados por el santuario de Brasil", posteó Daniela Cardone.

Hoy en territorio nacional solo quedan 6 elefantes vivos. Cuatro de ellos se encuentran en el Ecoparque de Mendoza: Pocha y Guillermina (madre e hija asiáticas), Tomy (también es asiático y es el único macho) y Kenia que llegó desde África. Las otros dos Kuky y Pupi son africanas y se encuentran en el Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires. Desde junio de 2018 cuando después de 130 años de su inauguración el Zoológico de Buenos Aires dejó de existir como tal, la mayoría de estos lugares en todo el país, se fueron transformando. Pero el traslado y cuidado de los animales, es un negocio corrupto que dejan millones de pesos a directores y funcionarios a los que nada les importa. Es ley que los elefantes deben ser reubicados. Y curiosamente, Argentina tiene un santuario natural que se encuentra entre los más grande del mundo. Sí, leyó bien: y aparte ningún lugar existe un santuario mixto con las dimensiones que tiene la Fundación Tekove Mymba en Entre Ríos. Fundada en el año 2015 por el biólogo Juan Manuel Paccot (38), este paraíso natural cuenta con mil doscientas hectáreas para construir “El Arca de Noé nacional”. En pareja desde hace 16 años, Juan cumplió su sueño: crear un lugar en el mundo que salve la vida de animales en cautiverio y en situación de calle. Y cuando se enteró que en el país había 10 elefantes que debían ser trasladados, ofreció su santuario para albergarlos. Ahí fue cuando Paccot descubrió que detrás de los elefantes, había un gran negocio. “Cuando en nuestro país quedaban 10 elefantes, comencé a tramitar los permisos de traslados. Siempre pensé que los cuidadores y los directores de los distintos lugares eran personas que amaban a los animales, pero me di cuenta que no. La mayoría decidió trasladarlos a un santuario… ¡en Brasil!”. 



Trasladar un elefante lleva años de preparación y le provoca al animal un estrés que termina causándole la muerte. Esto fue lo que pasó con la elefanta Mara quien en mayo del 2020 fue trasladada al santuario de elefantes en Mato Grosso, Brasil. “Para trasladar a ese elefante estuvieron haciendo campañas y recaudando fondos durante más de cinco años. La misma es dirigida por Scott Blais quien además posee otra fundación en Tennesse Estados Unidos y en donde hace unos años anunció que recaudó 50 millones de dólares en causas para con estos animales”, afirma Juan. El día que trasladaron a Mara, la gente salió a saludarla y a darle el aplauso final desde los balcones de sus casas en el barrio de Palermo. Los trabajadores y cuidadores del Ecoparque, se abrazaban y lloraban. En medio de la pandemia, una camioneta con su último cuidador, acompañó al camión hasta la frontera con Brasil. Luego de cuatro días de viaje, la elefanta llegó al lugar y fue fotografiada y hasta se hizo un video que actualmente se puede ver en YouTube. Sin embargo, tres meses después, nadie volvió a tener noticias de Mara. Mucha gente comenzó a escribir a la página del santuario y no hubo respuestas. Dora Sosa dueña de la elefanta en el Circo Rodas, les escribió en varias oportunidades pidiendo noticias de Mara y lo único que recibió fueron fotos y videos viejos. “Nadie tiene dudas que lamentablemente, Mara está muerta –asegura Juan-. Porque recibieron decenas de pedidos que hagan un video con un papel con la fecha actual y nunca lo subieron. Incluso borran esos comentarios de la página. Además, ya les pasó esto en el 2020 con Ramba, una elefanta de Chile. Juntaron plata durante 10 años y cuando la trasladaron, al mes se les murió”. Lo raro es que la fundación del Brasil tiene 28 hectáreas construidas en recinto, mil ciento setenta y dos menos que la que se encuentra en Entre Ríos. Al santuario de Brasil se le murieron dos elefantes y su director y máximo recaudador, Scott Blais, figura en el libro de la escritora norteamericana Carol Bradley, quien denuncia a los entrenadores de elefantes más crueles. En el libro titulado Last Chain on Billie (Las últimas cadenas de Billie), en las página 96, la autora denuncia: “Scott era el jefe de los entrenadores y maltrataba a los elefantes. Era tanta la bronca que le tenían los animales que la elefanta Kitty intentó matarlo. Cuando pasó esto, Blais enloqueció y ante la vista de todos durante 30 minutos torturó a la elefanta con el extremo afilado de su bullhook, el gancho que utilizan para torturarlos”. Al parecer, ni los anteriores directores de Buenos Aires, ni los actuales responsables del Ecoparque de Mendoza, se tomaron la molestia de leer este libro. En el momento en el que se escribe esta nota, dos de las cuatro elefantas mendocinas, Pocha y Guillermina, madre e hija; estaban siendo torturadas para poder meterlas dentro de la caja que las iba a subir al camión para llevarlas al santuario de Brasil. “Lo más triste este hace varios días que no les dan de comer. Las están matando de hambre y les ponen la comida en las cajas para que entren. Pero las elefantas se están resistiendo. Un maltrato que nos hizo llorar a todos los que estamos acá”, confiesa una de las personas que prefiere no dar su nombre por temor a lo que le puede llegar a pasar. El sábado 28 de agosto, se les vencía el permiso para el traslado. Y aunque el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible Juan Cabandié, había declarado públicamente que “Los seis elefantes se iban a quedar en Argentina”, a último momento cambió de parecer y autorizó su traslado. Cuando salió el permiso, el abogado Martin Francolino, presentó un Habeas Corpus para intentar frenarlo, pero no tuvo eco en la justicia argentina. “Me llama mucho la atención que hayan autorizado el traslado a un santuario que dirige un señor que tiene denuncias de lavados de activos y de maltrato animal”, asegura Francolino. Hoy Pocha y Guillermina aguantan estoicas el hambre y la tortura porque no quieren subirse a esa caja de madera donde posiblemente, encontraran una muerte segura. Como Mara, como Ramba, como cientos de elefantes en el mundo. Un llamado a la conciencia de todos los que, por unos millones de pesos, permiten que esta masacre continúe.

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