La mañana para Roció arrancó con un beso apasionado del Diez, desayuno en la cama, y un ramo de rosas con una leyenda pícara y divertida:
“Felices 5 años. Por ser la mujer que todos quieren tener a su lado, pero por suerte me tocó a mi”.
Después de unos mimos y unos besos, llegaron más regalos: una pulsera Cartier y un reloj Hublot. Para la noche, hubo otra sorpresa: alquiló todo el piso 11 de un restaurante para tener una cena romántica a la luz de las velas: “Quiero envejecer con esta mujer a mi lado”, había confesado Diego hace un tiempo.
Y aunque tuvieron sus encuentros y desencuentros, como toda pareja, el amor entre ellos está más ardiente y más vigente que nunca.
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